29 de julio de 2009

La Codosera


Las mismas subidas y bajadas que grados centígrados: demasiad@s.
Nuria debutaba en ruta con sus nuevas alforjas, no eran necesarias pero decidió llevarlas para ir soltándose con ellas. Mala elección. La ilusión con la que las estrenó fué proporcional a la manía que les cogió. Un total de 10 kg de lastre sobre su bicicleta le hicieron aún más duro el camino.

El primer tramo de la ruta fué un sube-baja continuo con rampas cada vez más duras. La dificultad aumentaba y la temperatura... también.
Una pequeña muestra del antes y el después de cada una de las rampas es esta


Tras varios kilómetros por estas excelentes, a la vez que duras pistas, pudimos comprobar que Nuria siempre ha sido una mujer con los pies en la tierra.

Pero los corredores no desistieron en su intento de alcanzar el punto de descanso: Jola.
En este "pueblo-calle" estaba previsto el clásico bocadillo de chorizo y queso, pero era tan pequeño que cuando la rueda trasera entraba en el pueblo, la delantera ya salía. Nos lo comimos unos metros más adelante.
Al atravesar esta pequeña localidad no terminaban las subidas, nos esperaba una ascensión de varios kilómetros con una media de pendiente del 5%. Subimos sin problemas (por carretera todo es mejor).

Una vez culminada la cima, llegó el incidente del día. El ataque del mastín. En la parte final de la ruta pasamos delante de una casa aparentemente tranquila, pero unos roncos ladridos rompieron el silencio y la tranquilidad. Tras ellos apareció un gigantesco mastín que no dudó en atravesar la valla y atacarnos. El sonido de los ladridos se mezcló con los angustiosos gritos de pánico de Nuria pidiendo ayuda. Lo único que podíamos hacer era dar pedales y escapar de la fiera. Tuvimos la suerte de encontrarnos con el perro en una bajada que aceleró nuestra marcha y nos hizo dejar atrás a la enorme bestia canina casi asesina.

Aún quedaban dos casas por cruzar en nuestro camino. Con una piedra en la mano y armados de valor alcanzamos de nuevo la carretera.
Una larguísima bajada al final de la ruta nos hizo olvidar el incidente perruno y llegar a la meta (gasolinera de La Codosera) victoriosos.

El sufrimiento fué recompensado a la hora de comer con una buena sombra, un buen bocadillo (esta vez tocaba mortadela con aceitunas) y un baño en agua helada en la piscina natural de La Codosera.


La ruta en Google Earth

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