22 de diciembre de 2009

Pico Villuercas


Catalogada como la ascensión más dura de Extremadura, el pico Villuercas, con sus 1580 metros de altura también es un excelente mirador desde donde contemplar los impresionantes valles y las espectaculares formaciones rocosas de las Villuercas.
Este es el perfil, kilómetro a kilómetro de toda la subida.

Eran las 11 de la mañana cuando Héctor y yo llegamos a Guadalupe. La temperatura no era la mejor para la práctica del ciclismo, pero no nos importó demasiado. Nada más bajar del coche, el "gorrilla" del aparcamiento nos avisó: "Arroparos bien las orejas..."


Tras un buen desayuno en la plaza de Guadalupe comenzamos a pedalear. Bajamos hasta la rotonda que forma el cruce para desviarse a Alía con la intención de encarar la ascensión desde el principio. La primera parte de la subida la realizamos por la EX-380, para después coger la EX-108, dejando Guadalupe a nuestra izquierda. En el horizonte ya podíamos ver nuestra particular meta.



Dejamos atrás Guadalupe para llegar al cruce donde abandonamos la EX-108 para coger la carretera militar que llega hasta la cima del pico Villuercas. Justo en el cruce se encuentra la ermita del Humilladero.


El terreno del camino militar estaba asfaltado, pero los baches y el mal estado de la carretera dificultaron aún más la subida. Durante estos primeros kilómetros de pista asfaltada, nos acompañó un bosque de pinos y castaños.
Pronto aparecieron ante nosotros las primeras rampas realmente duras del día. Porcentajes del 10% y 12% durante algo más de un kilómetro castigaron nuestras piernas a 1000 metros de altura.


Pasados estos repechos, el puerto nos dió una pequeña tregua para coger aire e inmediatamente enfrentarnos a La Quebrá. No es en esta rampa donde encontramos la pendiente más acusada, pero son 400 m con un desnivel que no baja del 10%, rematados por otros 200 m al 9%. Además, unos metros antes había desaparecido el bosque y antes de trazar la curva que nos presentaba ante esas rampas, ya veíamos toda la recta y la dureza que nos esperaba. De telón de fondo ya teníamos la silueta rocosa del pico Villuercas y sus antenas.


Pasada esta parte solo nos quedaba un último esfuerzo. Ya estábamos a 1400 m de altura y las vistas eran espectaculares. La temperatura allí arriba se notaba más baja pese al enorme esfuerzo. El agua que se acumulaba en la cuneta, se había transformado en hielo.



En las últimas rampas estaban los desniveles más duros de toda la ascensión. Justo antes de culminar, el porcentaje de desnivel alcanzaba el 15%. La temperatura en la parte más alta del pico Villuercas era de -4ºC. Guadalupe se veía como una pequeña mancha entre tanto monte. Habíamos salvado un desnivel de algo más de 1000 metros.




No podíamos estar mucho tiempo allí, hacía demasiado frío. El agua de los Camelbaks empezaba a congelarse. La bajada fue más sencilla que la subida, aunque el frío dejó nuestras manos completamente congeladas. Llegamos a la plaza de Guadalupe lo más rápido que pudimos para meternos en el mismo bar donde habíamos desayunado. Sabíamos que allí nos esperaba algo que fue casi tan bueno como culminar el pico Villuercas......

14 de diciembre de 2009

BTT en Guipozkoa

Fantástico fin de semana disfrutando del MTB en el País Vasco, la cuna del ciclismo en la Península Ibérica. Verdes praderas, bosques de película, fuertes de la guerra civil y maravillosas vistas del mar Cantábrico nos acompañaron durante los kilómetros pedaleados en tierras vascas.
1º Día: Fuerte de San Marcos

Los primeros kilómetros saliendo de Rentería nos sirvieron para calentar las piernas del frío. A las afueras de Rentería nos esperaba la primera dificultad del día: una subida con socavones corta pero intensa que nos hizo meter por primera vez el plato pequeño.

Una vez pasado el primer obstáculo, encaramos la subida del día: la ascensión al fuerte de San Marcos, una construcción militar del siglo XIX realizada con el objetivo de defender una gran zona estratégica.
La subida la hicimos íntegra por carretera. Una vez arriba, rodeamos el fuerte y entramos en él para subir a la parte más alta.
La ubicación del fuerte hace de él un mirador privilegiado, pudiendo observar la costa guipuzcoana, observando las bahías de la Concha y Txingudi.







La bajada la hicimos por el mismo sitio que subimos, para llegar hasta Zamalbide. El resto de la ruta fue un constante sube-baja rodeados de montes y verdes campos.



2º Día: Jaizkibel

Para el segundo día teníamos preparada la etapa reina: ascenso al monte Jaizkibel. Nada más salir, cruzamos la ría que separa Pasaje de San Juan de Pasaje de San Pedro en barco.




Unos kilómetros después de cruzar la ría llegamos a Lezo, donde comenzamos la subida. En la primera parte de la ascensión había algunos tramos que resultaron imposibles de subir debido a la hierba y el barro que hacían patinar las ruedas. A lo mejor, con un poco más de piernas... hubiesemos subido (aunque no lo creo).
El resto de la subida discurrió por preciosos bosques sacados de alguna película de terror. El terreno estaba completamente cubierto de hojas secas que escondían auténticos barrizales que nos hicieron disfrutar de lo lindo.


La ermita y el fuerte de Guadalupe nos esperaban una vez atravesado el bosque. Fué el lugar elegido para realizar la primera parada del día.



Una vez repuestas las fuerzas, afrontamos la parte más dura de la jornada. Nuestra meta era un mirador y unas ruinas romanas situadas en lo alto del monte. Llegamos hasta allí por una ruta senderista en la que en ocasiones existía sendero y en otras andábamos campo a través. Todo ello con un desnivel infernal, sobre hierba mojada y con una niebla que no nos dejaba ver nada. Aquel era el lugar perfecto para morir y no ser encontrados en varios días. En algunos tramos tuvimos que subirnos la bicicleta al hombro.



Después de penar durante algún kilómetro entre la niebla, por fin pudimos pedalear y alcanzar nuestro objetivo: el mirador y las ruinas en el alto de Jaizkibel. En el mirador miramos más bien poco, una enorme nube nos impedía disfrutar de las vistazas que desde allí arriba se pueden disfrutar. Hacia el otro lado del monte no teníamos nubes, el mar dibujaba el horizonte hacia esa parte.





El descenso fué íntegro por carretera, dejando a nuestra derecha el mar. La mezcla del verde de las montañas con los azules del cielo y del agua son, simplemente, espectaculares.




Terminado el largo descenso llegamos nuevamente a Pasaje de San Pedro, donde volvímos a coger el barco-taxi para llegar a casa.


En resumen, dos rutazas en una zona que hay que visitar más veces para poder descubrir nuevos y alucinantes paisajes como los que hemos disfrutado en este inolvidable fin de semana.
Muchas gracias a Edu y Rosa por hacernos sentir como en casa.
Espero que a Edu ya se le hayan pasado las ganas de matarme por subirle por esos senderos de la muerte.